En conmemoración del fallecimiento del Gral. Manuel Belgrano
El posible diseño original de la bandera
argentina responde a las 2 encontradas en 1885 en la capilla de la localidad boliviana de Macha; las banderas estaban escondidas detrás de 2
cuadros de Santa Teresa de Jesús, después de la batalla de Ayohuma. En
esa ocasión, el Gral. Belgrano entiende que la batalla está casi perdida y teme
que la bandera caiga en manos de los realistas. Entonces le pide a un soldado
que la oculte. Años después el hallazgo
de la bandera tuvo su cuota de sorpresa y su cuota de emoción.
Durante
el gobierno de Juan Martín de Pueyrredón, se incluye en la bandera el sol incaico. Manuel Belgrano aceptó este añadido, llamado
también Sol de Mayo, ya que en la nubosa y lluviosa jornada (en la ciudad de
Buenos Aires) del 25 de mayo de 1810, asomó el sol en el cenit luego de una
jornada nublada.
La
bandera que todas las mañanas encontramos extendiendo sus pliegues hacia el
cielo, como una oración impersonal y entrañable, tiene una historia detrás suyo
hasta su definitiva formación. Recordemos que Belgrano recibe una amonestación del Triunvirato por haberla
usado y la guarda silenciosamente hasta que se produzca un nuevo triunfo.
No es
extraño escuchar el comentario de muchas
personas que afirman, con razón, que sólo sacamos la bandera cuando la
Argentina gana un partido de fútbol. Quizás
lo que late detrás de este impulso espontáneo de tomar la bandera y salir a las
calles es el interés de buscar un punto
de convergencia en un mundo en el que los conflictos y las desigualdades son la
moneda corriente, quizás buscamos una coincidencia que nos mantenga unidos, un
gesto de alegría que nos represente, un anhelo que nos hermane.
Quizás se está haciendo muy difícil
encontrar la paz y poder esbozar
objetivos comunes cuando la patria está siendo permanentemente saqueada, cuando
las voces que llegan de afuera y de adentro
hablan de corrupción y de entregas, de falta de compromiso y de apatía.
Quizás estamos viviendo un proceso en el que anhelamos la unidad nacional,
sentimos ausencia de motivos profundos por los cuales alegrarnos y asistimos a
la desintegración de los ideales que alimentaron los sueños de hombres y
mujeres de bien. Por esto quizás, comenzar a
comprar banderas y lucirlas, para colocarlas como estandartes de
nuestras luchas, para reclamar nuevas formas de construcción de esta patria..
Quizás la bandera pueda representar en
este momento en el que nos sentimos desamparados como pueblo, el diseño de
nuevos sueños de grandeza y el esbozo de nuevos y mejores ideales.
“Ay
patria mía” fueron las postreras palabras de Belgrano. Cuántos ecos de gloria
se desprenden de esta expresión tan bien lograda que mezcla el amor con el
dolor, cuando sentimos que aquello por lo que hemos dejado la vida no encuentra
aún el destino noble y gigante que ha
dado sentido a nuestra lucha.
. Belgrano acepta que la bandera tuviese el sol
inca. Esto implica el reconocimiento de nuestras raíces, la puesta en marcha de
un camino hacia nuestra identidad fragmentada, la vuelta de la mirada
hacia la tierra con la bandera truncada. La bandera de los incas tiene como
símbolo el cóndor, que es el animal sagrado que conecta con la trascendencia,
con la divinidad. Quizás sea esta la mirada que tendríamos que rescatar de los
pueblos originarios, la mirada hacia Dios
que nos hizo nacer en esta patria y nos dio la misión de construirla y
enaltecerla en cada una de nuestras acciones. Por eso, hoy y siempre, ¡Viva nuestra PATRIA y su BANDERA!.
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